La diseñadora Diana Law ha lanzado una colección de piezas creadas con esta tecnología.
La industria de la moda se está adaptando a la nueva era tecnológica. En los últimos años, varios diseñadores han experimentado con la impresión en 3D, que ahora ha llegado al mundo de la joyería de la mano de Diana Law, que se define como una “abanderada del movimiento post-Alta Costura”.
La diseñadora abandonó su trabajo en los atelieres parisinos de Alta Costura para emprender su marca homónima de accesorios en 2014. Ese mismo año, lanzó su primera línea confeccionada con esta técnica. Explorer, inspirada en los antiguos descubridores, estaba compuesta anillos, pendientes, colgantes y brazaletes con formas geométricas de lo más originales. Las piezas, creadas con diferentes tipos de materiales y adornadas con cristales de imitación de Swarovski, tuvieron bastante éxito entre los clientes de la autora, que no dudaron en pagar el alto precio que costaban las joyas (entre 198 y 1.070 dólares).
Recientemente, la diseñadora ha lanzado la línea Voyager, inspirada en los elementos de los años 20, es un poco más económica que la anterior (de 147 a 582 dólares) y se han utilizado materiales más sostenibles y acero inoxidable que embellecen las piezas.
En esta ocasión, Law no solo se ha centrado en las joyas, sino que ha ampliado su oferta con diademas y diferentes tocados que aportan un toque elegante a la cabeza. “Quería hacer algo diferente para el mercado. No solo que fuera único, sino que me distinguiera de la competencia”, apuntó el día de la presentación de la nueva línea. La diseñadora boceta piezas únicas que todavía sorprenden al espectador cuando se entera de que se han hecho con una impresora.
La diseñadora también experimentó hace unos años con una mini colección de bolsos en diferentes colores que tuvo mucha repercusión. “Puede que por la precisión durante el proceso de construcción o por la mecánica de investigación y desarrollo, cada diseño es muy especial, es un proceso muy minucioso”, reconoció Diana.
Para la joyera, una de las ventajas de utilizar las impresoras 3D es la rapidez. Las piezas de plástico tardan entre 7 y 10 días en obtenerse, mientras que las metálicas tardan de 10 a 15 días. Otros puntos favorables son el ahorro económico y la posibilidad que se tiene en poder retocar las joyas mientras se están imprimiendo.
Además, según Law, utilizar esta técnica juega a favor de la sostenibilidad en la moda, ya que se trabaja con la cantidad exacta de material que se necesita para crear una pieza. De esta manera, no se tiene que desechar elementos y la producción es más eficiente.
La joyera apunta que de cara al futuro su objetivo es utilizar diamantes para complementar sus joyas, así como diferentes piedras preciosas. “Aportarán lujo a unas joyas que tienen un diseño innovador, definitivamente, es el próximo paso que voy a dar”.